Gabriela y su esposo Fernando fueron siempre una pareja muy unida y feliz, pero cuando Fernando murió, Gabriela entró en una depresión muy profunda: no quería comer, lloraba todo el día, no quería hacer nada e incluso empezó a perder la fe (ella fue siempre muy conservadora en este aspecto: siempre iba a misa, rezaba y asistía a grupos de oración). Su familia se preocupó y lo primero que hicieron fue proveerle ayuda espiritual. Cuando la llevaron donde la médica, la encontró muy mal y le envió innumerables exámenes de laborario. La nutricionista dijo que ella estaba desnutrida y le mandó un plan de alimentación que le ayudara a recuperar la masa muscular perdida. Después de tener los resultados de los exámenes, su médica le recetó gran cantidad de medicamentos. Un día una gerontóloga experta que se enteró de toda la situación, le organizó un horario de alimentación, actividad física, lectura, ejercicios de respiración y, como algo muy especial, le recomendó tomar mínimo 2 tazas de chocolate de puro CACAO GÜTZMAN. Todo esto fue hace más de un año y debemos reconocer que Gabriela y su familia han sido completamente disciplinados y constantes y en este momento, la situación ha cambiado ostensiblemente: salió del cuadro de depresión profunda en el que se encontraba, la gerontóloga se lo atribuyó a la feniletilamina contenida en el cacao; posteriormente, la médica le retiro el fármaco que controla el colesterol y los triglicéridos, recuperó la masa muscular y el peso adecuado, ya está realizando actividad física, volvió a coser, volva leer y está escribiendo un libro. Volvió a tener sentido de vida y todo lo que ha vuelto a hacer, lo confirma. Esperamos que su vida siga así.
